El cambio climático está en un punto de inflexión muy dañino para las sociedades y la economía mundial, y lo podemos ver fácilmente, cada día son más frecuentes las noticias de tormentas invernales que dejan sin energía poblaciones enteras, así como la cancelación de innumerables vuelos, o incendios que duran varias semanas sin poder ser extinguidos; asimismo, seguimos siendo testigos de desastrosas inundaciones que generan grandes pérdidas humanas y patrimoniales a miles de personas.
La evidencia muestra que la humanidad está asumiendo graves riesgos con el incremento exponencial de la temperatura superficial de la Tierra; es importante resaltar que reducir este riesgo significa trabajar juntos para estabilizar el aumento de temperatura a un máximo de 1.5°C por encima de las temperaturas preindustriales para 2030 y lograr cero emisiones en 2050.
Por ello, debemos tomar conciencia de que cualquier retraso aumentará el riesgo de un cambio climático peligroso y requerirá reducciones y acciones aún más drásticas. Hacer esto requerirá una transición económica y social extremadamente rápida en la historia de la humanidad.
Teniendo en cuenta estas ideas, considero fundamental e inaplazable movilizar a todo el sector empresarial, que tiene las capacidades necesarias para poder modificar sus actividades y procesos y lograr llegar a la ambiciosa meta y no rebasar el aumento de la temperatura de 1.5°C y reducir las emisiones a la mitad, antes de 2030.
Un informe oficial del Gobierno de México (Reporte anual del Clima 2020 de Conagua) reveló que la temperatura promedio está aumentando más rápido que el resto del mundo a raíz del cambio climático, por ende ¡México es el país más caliente de todo el mundo, con 1.4ºC por encima de la media global!, y urge un gran cambio.
Pero tenemos grandes ejemplos de buenas prácticas, pues observemos la pandemia de Covid-19, nos ha demostrado que los cambios profundos en el comportamiento y los modelos de negocio son posibles, pero tenemos que salir de esa zona de confort que no nos ha permitido a lo largo de los años ver más allá de la rentabilidad de nuestros negocios sin cuidar el medio ambiente.
Hoy hemos aprendido que la forma en que nos movemos, vivimos y trabajamos puede cambiar y que muchas actividades pueden trasladarse a la modalidad “en línea” (internet), y lo grandioso de ello es que muchos de estos cambios abren estrategias a largo plazo que pueden reducir las emisiones.
Pero tenemos un grave problema, el cambio climático tendrá su mayor impacto sobre los países en desarrollo (y México no es la excepción), y sobre todo en sus habitantes que se verán seriamente afectados con especial dureza y no podrán adaptarse adecuadamente a los nuevos modelos de desarrollo y competitividad.
Existen iniciativas en marcha para asistir a los países en desarrollo con actividades de mitigación y adaptación al cambio climático, mediante tecnologías relacionadas con el aprovechamiento máximo de todas las materias primas, recursos naturales y tecnologías que generan energías limpias y renovables. Sin embargo, la intención principal de muchas de estas iniciativas es transferir tecnologías desde el mundo en desarrollo, sin tener en cuenta la gran relevación de la participación de las industrias locales.
En nuestra siguiente edición hablaremos de nuestro proyecto piloto “Chihuahua Green City” y la colaboración con gobiernos y organismos que son parte del grupo de pioneros que logrará un gran cambio en las actividades industriales en nuestra entidad y el país. Hasta pronto.